lunes, 14 de octubre de 2013

El cementerio del Mediterraneo


¿Cuál es la conciencia en la cual no cabe la firme idea de que ha de quemar mucho, pero muchísimo, tu propia tierra para lanzarte al mar sin saber nadar, con un hijo a punto de nacer en las entrañas, en la bodega de un viejo pesquero, donde cientos de desesperados, apretujados unos contra otros, se tienen que hacer sus miedos encima, no tanto porque solo halla un retrete a bordo, si no, porque si se mueven, el barco puede irse a pique.

Las primaveras árabes, junto con la mano ejecutora de las leyes que impiden a los pescadores, con su corazón disfrazado de verdugo, ayudar a los náufragos. Principales pinceladas de el cementerio que nos hemos decidido a dibujar en las costas de nuestro mediterráneo.

Por los 359 ataúdes sin nombre que salieron de Lampedusa, 16 de ellos blancos, y otros 10 de mujeres embarazadas que nunca pudieron despertar de su sueño de dar a sus hijos una vida mejor.

Por las lagrimas de aquellos que solo luchan por su vida y por la de los suyos, sin importarles lo más mínimo lo que los altos mandatarios en sus coches de lujo y con sus promesas improbables, puedan pensar.

Por la tristeza que me causa pensar que hay gente que piensa que la solución al problema es seguir subiendo las barreras metálicas para que los desesperados no escalen.

Por los 250 millones de euros que van gastados en aumentar la vigilancia electrónica que detecta todo lo que se mueve por el estrecho.

Perdónanos áfrica, que no sabemos lo que hacemos.


DEP , mundo....


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